Entradas populares

lunes, 31 de octubre de 2016

Palabras sin más.

Hay que aprender a nadar. Porque nunca sabes cuándo te tocará ir contracorriente. Porque siempre llegará el día en el que queramos tirarnos de cabeza a la piscina del amor. Porque en ocasiones podemos quedarnos al filo del trampolín esperando a decidirnos. O porque cerramos los ojos y mientras notamos cómo el corazón se nos acelera, juntamos las manos y nos lanzamos sin mirar, porque en eso consiste la vida, en ir hacia adelante, en arriesgar aunque duela, en notar la sacudida aunque sea fuerte. ¿Acaso leerías el final de tu historia si supieras el final? ¿Querrías cambiarlo?

He de reconocer que hay un día, porque sí, llegar, llega, en el que vas por la calle y mientras caminas, le das las gracias a la persona que te destrozó el corazón, la persona que pensaste que sería ese "amor de tu vida" que ocupó sólo unas cuantas hojas del calendario pero las mejores de tu vida. Porque pensaste que quizás nadie más haría que tus ojos brillaran con igual intensidad, y nadie lo conseguirá, porque no te imaginabas tu vida sin esa persona... Pero claro que pasa, todo pasa y todas esas personas pasan, menos quién tú quieras que permanezca a pesar de todo.

Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra. Porque a veces me asalta tu imaginación a la hora de dormir y me despiertas. Y sueño con tu boca. Y con esa sonrisa. Y al darme la vuelta te veo. Nos perdemos mucho por no intentar ver lo que no pasa ante nuestros ojos.

El otro día, tomando un café, me di cuenta de que necesitaba volver a sentir esa emoción, esa ilusión que incita a conocer lo desconocido, a adentrarse en terrenos inexplorados. Al final, quizás todos dudamos en tirarnos a esa piscina al principio, pero la adrenalina que nos sube al tener un pie en el aire hace que nos lancemos. Es cierto, si piensas demasiado las cosas antes de dar un paso, vas a estar toda la vida estancado.

El mar no tiene ni puta idea de ti y tú no lo entiendes. Pero os tocáis y pasan cosas. La inmoralidad de los estanques vacíos. La primavera que florece entre nuestras manos, nos avisa de que todo es posible. También es verdad ese quizás que te mira a los ojos. Cuando hay posibilidades, todo es un incierto seguro. Si es, lo viviremos. Y si no es, lo recordaremos. Fue bonito mientras lo soñamos. Fue una realidad que descubrimos los dos, mientras te miraba de reojo y  conducías a un lugar al que quiero volver.

Y mirar a la vida como si, en lugar de pasar, te estuviese esperando. Vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse. La contundencia del azar cuando llega sin anunciarse. Eres la casualidad más inesperada y bonita que hace esperar las mañanas con impaciencia y los días con ganas. Y tú, siendo ya una mujer, me sonreías como una niña. Hasta el día de hoy. Solo espero que todo cambie y coja el rumbo que tenga que tomar.

Me tiro a la piscina si eres tú quien me espera al final de la calle. Porque al nadar en tu boca no me pierdo. Porque bucear en tu cuerpo es fácil con los ojos cerrados. Mirar como si todo estuviese a la espera de ser de nuevo inventado. Y si no, lo haremos nosotros. Lo haré yo. Quién sabe si a tu lado o por otro lado. Lo cierto es que a pesar de los miedos que se presentan como fantasmas pasados, no hay luz que se resista a una clara sonrisa. No hay domingos que no se rindan a un mensaje de amor. No hay semanas que espero que lleguen con prisa, y cuando pasan, las recuerdas mientras te miras al espejo. Cada uno ha sido lo que es ahora. Y quien sabe qué será de ti, quien a unos pocos kilómetros, mientras está sentado en el sofá, divide su mente entre lo que ha dicho y lo que piensa hacer.

Nunca es tarde para volver, si el futuro nos pilla de la mano. Tiraré una moneda a la fuente y te pediré de deseo. Si voy, posiblemente tu corazón me esté esperando. Si regreso, haremos el camino desde el principio. O desde donde lo dejamos la última vez. Y si te vas para siempre, encontraré un nuevo destino pero siempre contigo en mi corazón. Te guste o no, no te pienso olvidar ni nadie ocupará tu lugar del mismo modo tan intenso.

Vuelvo. Yo que nunca me he ido.
Vente, del verbo, conmigo. 

S'