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lunes, 15 de octubre de 2012

Pequeña bomba de relojería.


        Mi cerebro ya tiene captado tu olor. Mis pupilas no ven nada, que no sea tus ojos y mis manos tienen aferradas tu cuerpo. Cuando te veo, mis ojos solo pueden ver los tuyos. Y cuando te huelo, ¡Oh dios! Mi cerebro no puede pensar en otra cosa. Mis latidos se aceleran, mis pupilas se dilatan. Sólo siente el deseo.               
        Mi corazón en ese momento es, como una pequeña bomba de relojería a punto de estallar. Y todo por tu culpa. 

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